Comienza a publicar tarde; en 1992 publica su primer poemario, Querrán ponerle nombre, y con el segundo, Contra el desprestigio de la altura, obtiene el Premio Ciudad de Irún en 1995. Al año siguiente publica su primera novela Algún amor que no mate. Con Cielos de barro obtuvo el prestigioso Premio Azorín de Novela en el 2000.
Su primera incursión en la dramaturgia se estrena en 1998 con el título Segunda mano, y Eduardo Vasco dirige la adaptación al teatro de su primera novela en 2002.
Su última novela publicada fue La voz dormida, premiada en la Feria del Libro de Madrid por el Gremio de Libreros de Madrid como Libro del Año 2003. Ese mismo año se convoca en el Ayuntamiento de Brunete, el I Premio Literario de Novela Corta Dulce Chacón; en noviembre ingresa en el hospital a causa de una enfermedad repentina falleciendo el 3 de diciembre a los 49 años de edad.
Cielos de barro arranca como una novela de intriga, un crimen múltiple y
la búsqueda de su autor, pero es mucho más que eso. Las historias que
surgen en la reconstrucción de ese trágico suceso nos hablan de pasiones
sublimes y rastreras, como el amor y el odio familiares, los
enfrentamientos entre amos y siervos, la pasión erótica y el ruido y la
furia de las guerras.