La obra está escrita con una sensibilidad exquisita, casi poética que traspasa, como un velo, la personalidad de los personajes, pero nadie se engañe: La novela presenta con toda crudeza la realidad de su tiempo: el drama de la guerra, la pobreza, el hambre; la ruptura con todo lo anterior y la falta de futuro de los jóvenes.
Sol, una jovencita burguesa hija de un industrial, pasa del colegio de monjas a tener que salir a buscarse la vida y enfrentarse a esta sociedad brutal, amoral y cuyo único motor es el sálvese-quien-pueda. La protagonista se rebela ante su falta de preparación para afrontar la vida, tal como la nueva situación le exige: El hambre, una vez vendidas todas las posesiones familiares, va degradando su existencia hasta poner en riesgo su supervivencia, e imposible la de los ideales en los que ha sido educada. La historia se cuenta desde una estremecedora ecuanimidad, en la que mayor diferencia entre unos y otros, más que ninguna ideología, es el abismo entre los que ya pasaban hambre antes, ante la pasividad de los otros, y los que ahora también pasan hambre, a la que se enfrentan por primera vez sin recursos de ningún tipo y acosados por el rencor de quien antes necesitó su ayuda y no la obtuvo. Una magnífica novela que pone los pelos de punta al mostrar abiertamente cómo se gesta una guerra, a base de injusticia y necesidad